La vida es bella, siempre y cuando te permitas disfrutarla

Emil Montás - EmilMontas.com

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Hola. Acabo de llegar de Brasil, tras un viaje de trabajo y descanso. Fue una experiencia muy muy enriquecedora en muchos aspectos. Estuve varios días con otros emprendedores en un mastermind con Erico Rocha, organizado por Hotmart. Son increíbles los aprendizajes y poco a poco, a través de estos canales digitales, lo voy a compartir contigo, para que los aproveches.

Tengo que decirte que Brasil me impactó: es un país fabuloso, en especial, su gente. Pura amabilidad, pura cordialidad, puro sabor latino. Deliciosa la comida, también. Y para alguien acostumbrado a vivir en un país pequeño como República Dominicana, sus enormes ciudades son algo inconmensurable: llenas de modernismo, de colorido, de ruido y de oportunidades.

Estuve en Belo Horizonte, donde está la sede central de Hotmart, y aproveché para darme una pasadita por Brasilia, la capital, y por Río de Janeiro, con sus fantásticas playas (las de mi querida RD no tienen nada que envidiarles, seguro), su historia, su diversidad. Es una ciudad cosmopolita en la que se combinan los extremos de la vida moderna, tristemente con mucha pobreza.

Hubiera querido disponer de más tiempo para conocer más, para tener más contacto con la gente, para ir a otros lugares, pero no fue posible. Sin embargo, le agradezco a la vida por la oportunidad de estar allí, por el aprendizaje adquirido, por las relaciones fortalecidas, por las amistades que surgieron y porque sé que soy mejor emprendedor después de esta increíble experiencia.

Y eso, por supuesto, lo voy a compartir contigo. Este viaje, además, me sirvió para hacer un alto en el camino, para tomarme un respiro de la rutina cotidiana y para recargar las baterías de cara al reto más importante del año: laConvención de Emprendedores Inmobiliarios CDEI 2018. Faltan unos pocos días y cuanto más se acerca la fecha, más trabajo hay por hacer, hay más estrés.

Por eso, precisamente, me sirvió tanto el viaje a Brasil junto con mi esposa Gaudis. Este ha sido un año muy productivo, pero también muy intenso. Y falta lo mejor. Pero, imaginarás, el cansancio se va acumulando, el cuerpo se va cansando, la mente se va nublando. Y eso es algo que no puedo permitir, porque es justo en estos momentos en los que requiero mayor claridad y enfoque.

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En estos tiempos modernos, en los que por obra y gracia de la tecnología estamos hiperconectados, no solo es justo, sino también necesario, desconectarnos un poco de la rutina. Tú eres el activo más importante de tu negocio, el único irremplazable: tienes que velar por tu salud, por tu bienestar.

​El Consejo de Emil

Mientras disfrutaba de Brasil, recordé algo que mis mentores me enseñaron, algo que muchos otros colegas pasan por alto: tan importante como trabajar mucho y ser disciplinado y constante es descansar y vivir la vida. Sí, la vida no es solo trabajo, no puede ser solo trabajo. También hay que abrir un espacio para gozar, para conocer otros lugares, para refrescar la mente.

En la antigüedad, los romanos acuñaron el término otium (ocio), para definir el tiempo libre que se ocupaba en actividades que no generaban compensación alguna. Era un tiempo bien visto, que se consideraba necesario dentro de la rutina. Sin embargo, los tiempos cambian y hoy en algunos ámbitos estos ratos de descanso se perciben como un privilegio, casi como algo exótico.

Y eso sí que está mal. De hecho, al menos una tercera parte de la vida la dedicamos al descanso, mientras dormimos. Y parte del resto del tiempo lo debemos destinar no solo a trabajar, sino también a alimentarnos de otras formas distintas: compartiendo con quienes amamos, haciendo lo que nos apasiona, visitando lugares desconocidos y, también, simplemente no haciendo nada.

Desde que somos niños, nos enseñan que tenemos que estudiar, que debemos ser profesionales y conseguir un trabajo, que necesitamos una familia y solo al final del viaje, con un poco de fortuna, podemos disfrutar del descanso. Esa es una de las razones por las cuales el mundo está tan loco: las personas no descansan, no se dan un tiempo para sí mismas, no se liberan de sus problemas.

Y, sin darse cuenta, sin conseguir evitarlo, se van volviendo irascibles, solitarias, agresivas. Su día a día no solo es rutinario, sino también caótico: lleno de discusiones, de dificultades, de golpes de la vida, de frustraciones. Luego aparecen las enfermedades que te van minando poco a poco y por último nos llega la parca, como dirían los españoles. Tristemente, así es la vida de muchos.

Por fortuna, la mía no es así. He aprendido que el trabajo es muy importante, porque de él dependen mi familia y las familias de mi equipo de colaboradores, pero también entendí que mi prioridad es cuidar de mí, de mi salud, en especial de la mental. Por eso, soy exigente en separar ratos de ocio, días sin trabajo, temporadas para compartir con mi familia y para estar solo.

A veces, especialmente cuando la intensidad del trabajo está en la cresta de la ola, como en estos días previos a la CDEI 2018, hay que hacer un alto, tomarse un respiro, darse un tiempo. Eso fue lo que hice en Brasil y ahora de regreso a República Dominicana me siento recargado al 200 %, listo para enfrentar este reto que es una gran responsabilidad, pero que también es apasionante.

Una de las enseñanzas más útiles que recibí de mis mentores es que el éxito en la vida y en los negocios radica en el equilibrio: huir de los excesos, de los extremos. El tiempo que está destinado a trabajar, hacerlo con toda la pasión y las ganas del mundo; el tiempo que dedicas a descansar, aprovecharlo para retroalimentarte, para enriquecerte de otras fuentes. Dime: ¿tú descansas?

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