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Lo que la pandemia nos ha enseñado sobre las viviendas

En términos de béisbol, el deporte más popular de mi país y el Caribe, a todos nos cogieron fuera de base. A comienzos del mes de marzo, teníamos una vida que, si bien estaba lejos de ser perfecta, lidiábamos con ella. Luego, de un día para otro, cambió esa realidad, nos enviaron a casa a confinarnos y la vida se nos puso patas arriba. Y en esas andamos, tratando de acomodarnos.

Más allá del miedo que pueda producir un enemigo invisible y letal como el COVID-19, con el paso de los días lo que más incomodidad nos generó fue el encierro. A los seres humanos no nos enseñan a vivir en soledad y, tampoco, en confinamiento. Una situación que, además, desveló una realidad que también tiene visos de pandemia: nuestras casas no son aptas para este estilo de vida.

Una de las principales dificultades que enfrentó la mayoría de las personas durante los últimos meses fue la de no poder trabajar en su lugar habitual. Por decisión de las autoridades, debieron improvisar en sus casas un lugar de trabajo para continuar cumpliendo con sus responsabilidades. Y ahí fue Troya: muchos no tienen un computador adecuado, el internet es muy lento y los niños…

Sí, eso de trabajar con los hijos al lado, quizás también con la mascota, no es para todo el mundo. Te lo digo con conocimiento de causa, porque como seguramente sabes desde hace varios años dejé la oficina física y trabajo desde mi casa o desde donde esté, siempre y cuando pueda estar conectado a internet. Sin embargo, sé que mi trabajo es distinto al de muchas personas.

El Consejo de Emil

Además, como consultor inmobiliario, entiendo que en el abanico de cambios provocados por la pandemia en el estilo de vida de las personas la arquitectura de los hogares también sufrirá cambios. Por eso, invité a cuatro expertos: Roberto Rijo (Roberto Rijo + Arquitectos Asociados), Daniel Pons (Pons Arquitectos), Rafael Selman (Selman & Asociados Arquitectura) y Carlos Aguilar (GVA & Asociados).

Nadie más autorizado que ellos para hablar de este tema. “Yo creo que el ámbito que más se afecta es el doméstico. No tanto, a lo mejor, de la forma, sino del uso que les da la gente a esas viviendas”, dijo Roberto Rijo. “La gente va a valorar un poco más las características interiores de su vivienda y cómo ese lugar responde a las necesidades que surgirán tras la pandemia”, agregó.

En ese sentido, es probable que en los próximos meses, en 2021, se incremente un fenómeno que en Estados Unidos es popular: que la gente se desplace a las afueras de las grandes ciudades, a los suburbios, a lugares más tranquilos, con espacios más amplios. “La verdad, creo que hay una cantidad de desarrolladores de proyectos que están obsoletos desde hace años”, sentencia Roberto.

“Espero que esta situación que estamos viviendo provoque que tanto arquitectos como otras personas relacionadas con la construcción empiecen procesos de desarrollo de proyectos distintos a los actuales. El modelo vigente es el de un desarrollo de proyectos manejado por grupos, por consultoras que ejecutan los proyectos solamente con fines de retorno de inversión”, explica.

El uso de la vivienda y de los espacios, como lo mencioné, fue una de las principales dificultades de las personas durante el confinamiento. “Cuando tú no pasas tanto tiempo en la casa eso no te importa; comienza a importar cuando le das un uso diferente al doméstico, es el que vivimos ahora. Entonces es el momento en que surgen las preguntas que nos hacemos hoy”, dijo Roberto.

¿Cuáles preguntas? 

Las relacionadas con la iluminación en la cocina, con los clósets, con disponer de espacios en los que pueda trabajar con tranquilidad o simplemente leer, es decir, hacer un uso distinto al habitual en ese espacio. “Cuando adquieren un inmueble, la mayoría de las personas no se fijan en eso, porque lo consideran un gasto innecesario. Ahora, eso va a cambiar”, agregó.

El home office fue la gran novedad del confinamiento, pero también el gran dolor de cabeza. Sin embargo, es una tendencia que seguramente se incrementará a corto plazo, pues las empresas y los propios trabajadores entendieron los beneficios de esta modalidad. Y, al parecer, no queda más remedio que acostumbrarnos a ella y, lo más importante, adaptar nuestros espacios a ella.

“La mentalidad va a cambiar y eso que acabas de mencionar sería grandioso. El problema es que cuando hablamos de urbanismo siempre pensamos en la gran metrópolis y el verdadero urbanismo debería ser revitalizar los pueblos. Esta es una oportunidad, pero hay que tener en cuenta que la mentalidad de las personas, su ideal del éxito y del triunfo, está en las ciudades”, afirmó Daniel Pons.

“De los cambios permanentes que probablemente tenga la vivienda, sea donde sea, es que se requiera algún espacio de oficina donde se pueda trabajar de manera remota, aunque de manera parcial. Que ese espacio sea flexible, probablemente, que haya una posibilidad de privacidad será la condicionante más importante que pueda tener eso en el diseño”, aportó Rafael Selman.

¿Los desarrollos grandes, entonces, deberían comenzar a considerar el diseño de espacios para el teletrabajo en las nuevas construcciones? “Desgraciadamente, por el mismo costo de la tierra, en el polígono central, no es algo fácil. Pero, creo que ahora es un momento para no utilizar el 100 % de la huella y dejar espacios abiertos en una torre. Puede ser el valor agregado”, aseguró Carlos Aguilar.

“La repercusión de una medida así puede ser muy alta porque estás creando una calidad de vida dentro de ese espacio y, a lo mejor, los nuevos compradores podrían valorar eso”, agregó. “Son las densidades las que determinan la explotación, el uso de los solares. Habría, entonces, que revisar las regulaciones y que lo que se haga en adelante ofrezca mayor contacto con el exterior”, dijo Daniel.

“La gente, incluso, durante este confinamiento ha sufrido ataques de ansiedad, de pánico y de claustrofobia, así que es probable que ahora todo el mundo exija contacto con el exterior”, agregó. Por supuesto, estas no son más que ideas y la única verdad, la definitiva, la dirá el cliente en su momento. Lo cierto es que los desarrolladores de proyectos deben estar preparados para los cambios.

“La pandemia es un acelerador de cambios, de alguna forma. Nos está enseñando a utilizar la tecnología que estaba disponible para comunicarnos en el trabajo y con la familia. También nos enseña que se puede ser productivo desde la casa, un tema que venía tomando auge en nuestro medio. Creo que son de las nuevas costumbres que se van a quedar con nosotros”, asegura Rafael.

Pero, además, algo que no es secundario: “Nos ha enseñado que la raza humana realmente es muy vulnerable y que hay cosas más importantes que lo que tú haces en tu vida. Ese contacto con la naturaleza, que nos va a obligar a cambiar las ciudades. Las ciudades son las que más deberán cambiar en el futuro porque lo que está en juego es el valor del espacio en función de lo privado”.

Uno de los cambios que seguramente veremos a corto o mediano plazo es que las familias ya no quieran vivir en apartamentos, sino en casas que tengan espacios para actividades como hacer ejercicio o descansar, quizás tener una huerta o energía renovable. Si dentro de la ciudad esto no es posible por los costos de la tierra, entonces la gente buscará opciones en las afueras.

“Creo que ese puede ser uno de los efectos más interesantes de la pandemia: la involución de la migración, que la gente vuelva a los pueblos, a las ciudades pequeñas de la provincia. Que quizás no tenga las comodidades de la ciudad, pero sí una mejor calidad de vida”, expresó Daniel Pons. “Creo que hoy es el momento para que las personas comiencen a considerar esta posibilidad”, agregó.

La pandemia, tarde o temprano, va a ser controlada o va a desaparecer. Sin embargo, el impacto en nuestra vida se quedará por mucho tiempo. Por eso, es fundamental comenzar a pensar de un modo distinto, pensar nuestra casa no solo como el lugar donde comemos y dormimos, sino como aquel en el que vivimos. Eso, por supuesto, exige un drástico cambio de mentalidad.

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Temas legales en medio de la crisis: no caigas en la trampa

Pasan las semanas y esta crisis provocada por el coronavirus se torna más preocupante, al contrario de lo que esperábamos, de los que nos anuncian las autoridades y los medios de comunicación. Hace apenas unos meses, cuando comenzamos a escuchar noticias de un virus mortal en China, creíamos que era algo ajeno a nosotros, un riesgo que estaba demasiado lejos.

Sin embargo, hoy América es el epicentro de la pandemia, con miles y miles de vidas apagadas por esta cruel enfermedad y una rutina patas arriba que cada vez se hace más difícil de llevar. Sin embargo, me conoces, sabes que soy un hombre optimista, que he superado otras crisis antes y, por eso, creo que hay que ver el vaso medio lleno, confiando en que pronto habrá buenas nuevas.

Pensábamos que era algo pasajero, anhelábamos que fuera así, pero la realidad nos demuestra lo contrario. Lo peor es que no sabemos cuándo terminará y eso nos produce no sólo temor, sino también una gran incertidumbre. Y, claro, en la medida en que esta situación crítica se mantenga, las actividades que eran normales hace solo unos meses seguirán en stand-by, en suspenso.

El problema es que cuanto más dure la emergencia, cuanto mayor sea el impacto de la crisis en las empresas y en la economía, mayor también es el riesgo de caer en alguna trampa. Y menciono este tema porque he tenido la oportunidad de conversar con algunos amigos que son dueños de empresas o que tenían contratadas a algunas personas y ahora no saben qué hacer con ellas.

Estas situaciones críticas que nos llevan al límite se caracterizan porque nos permiten ver la realidad sin caretas, sin velos. Por ejemplo, desde que esto comenzó en prácticamente toda Latinoamérica, y también en los Estados Unidos, se perdieron millones de puestos de trabajo en todos los sectores, en todos los niveles. La crisis nos golpeó a todos por igual, sin diferencias.

El Consejo de Emil

Sin embargo, los que más duro han sentido el impacto han sido, precisamente, los más necesitados. En esencia, los trabajadores informales, los independientes o autónomos, así como los que están ligados a alguna empresa, pero sin cumplir con los requisitos de ley y ahora están desprotegidos. Se trata de un tema muy complicado, que puede acarrear graves consecuencias.

Por eso, le pedí a mi buen amigo Paulino Duarte, un especialista en la materia, que nos diera claridad, que nos ayude a entender la situación y, sobre todo, que nos dé luz sobre las medidas que es necesario adoptar y los errores que debemos evitar. Paulino es presidente de Duarte & Tejada, una organización creada en 1985 que se dedica a la consultoría y asistencia legal a empresas. 

“Es cierto lo que tú dices, Emil. Por si no lo sabías, 95 de cada 100 empresas son pymes, pequeños y medianos negocios y, de ellos, al menos 55 son informales. ¿Qué significa ser informal? Que son compañías que no están registradas legalmente, que no pagan impuestos y que sus empleados no están registrados en la Tesorería de la Seguridad Social (TSS)”. ¿Entiendes la dimensión del problema?

La TSS fue creada a través de la Ley Núm. 87-01 del 9 de mayo de 2001 con el fin de regular y desarrollar los derechos y deberes recíprocos del Estado y de los ciudadanos en lo concerniente al financiamiento para la protección de la población contra los riesgos de vejez, discapacidad, cesantía por edad avanzada, sobrevivencia, enfermedad, maternidad, infancia y riesgos laborales.

Sin embargo, hoy son muchas las empresas, especialmente las pequeñas y medianas como decía Paulino, que no cumplen con la ley. “En el pasado, por ejemplo, se utilizaban las asociaciones de choferes que tenían, por ejemplo, un RNC (Registro Nacional de Contribuyentes) y cotizaban, pero reportando a los empleados como simples dependientes de otra persona, lo cual no es legal”, explica.

Las normas expedidas y los controles que realizan las autoridades, sin embargo, no son perfectos. Todavía son muchas las empresas que encuentran la forma de hacerlo mal. Pero, claro, y es lo que se ha visto en esta situación de emergencia, también tienen que asumir las consecuencias. “Lejos de proteger a mis empleados, así me convierto en un empresario irresponsable”, dice Paulino.

¿Por qué? Veamos el ejemplo que expone: “si cinco de mis empleadas dan a luz o se me enferman, tengo que asumir los costos: el parto, los gastos médicos, el internamiento, además de pagar 6 meses de licencia prenatal sin trabajar. Aunque no trabaje, tengo que pagarle. Además, por cada hijo que me nazca tengo que pagar, si ganan menos de 26.000 pesos, un 33% durante un año”.

Lo complicado es que esas personas, esos empresarios, creen que al no pagarle al Estado se ahorran un dinero, pero lo único que hacen en realidad es cocinar un grave problema a fuego lento. “No ahorras nada y, más bien, te pones en riesgo de que tus empleados se den cuenta de que no los habías inscrito en la TSS. Y no es que ellos deban exigirlo, porque es una obligación del empleador”.

Al escuchar a Paulino me surgió un interrogante: ¿es ilegal contar con un empleado sin cotizar? “No solo es ilegal, sino que si, por ejemplo, en las actuales circunstancias esos empleados se revelan, el empleador tiene que pagarles el 100 % del salario y no puede optar por una suspensión”. Eso significa que pierdes derecho a los beneficios que te brinda el Estado.

Ahora, hay otra práctica que todos sabemos que, lamentablemente, es muy común en nuestro país: la contratación de extranjeros ilegales. “Él no me puede demandar, porque no tiene papeles” es lo que piensan los empresarios. Sin embargo, no es tan sencillo: “La Ley 2/85 sobre migración te condena a 350.000 pesos de multa y hasta 100 salarios mínimos. Es un tema muy grave”, afirma.

Paulino, además, toca otro tema álgido: “si las autoridades hacen una redada y encuentran que en una empresa el número de trabajadores extranjeros supera la mano de obra dominicana por encima del 80/20 que dice la ley, también te sancionan”. A pesar de los riesgos, de las penalidades que se puedan causar, son muchas las empresas dominicanas que no cumplen con la ley.

En los últimos tiempos, por ejemplo, lo hemos visto con nuestros hermanos de Venezuela. Son muchos los que se aprovechan de su situación, de que necesita trabajar y cobra poco. “Lo que algunos no entienden es que no necesita cédula, no necesita un estatus legal migratorio para ir a demandar: esa persona tiene los mismos derechos que cualquiera, que un ciudadano legal”.

Y Paulino agrega: “si esa persona, si ese venezolano ilegal se quiebra una pierna o es una mujer que queda embarazada, el empresario tiene que correr con los gastos porque todos tenemos los mismos derechos y obligaciones según el artículo 728 del Código de Trabajo. Allí se establece que usted responde civil y solidariamente por cada uno de los riesgos de su empleado cuando no lo tiene inscrito”.

Es un tema complicado, sin duda. Y soy consciente de que muchos empresarios que conozco se niegan a aceptar esta realidad y después, cuando son sorprendidos por las autoridades, se escandalizan. Será, quizás, porque no han aprendido una de las lecciones más valiosas para un empresario: ser legal es más barato. Si cumples con la ley, evitas problemas y es ¡más barato!

Como sabes, soy un empresario desde hace muchos años y, por falta de conocimiento y mala asesoría, cometí graves errores que salieron muy costosos. Y no me refiero exclusivamente en términos de dinero, sino también en molestias, en dificultades con las autoridades y, algo que es muy importante hoy, en términos de credibilidad en el mercado. ¡Y con eso no se juega!

Por eso, aproveché esta enriquecedora charla con un experto en materia de prevención de conflictos laborales para hablar del tema específico de los agentes inmobiliarios. Esta, a pesar de los grandes avances de los últimos tiempos, sigue siendo una industria en la que abunda la informalidad o, peor aún, en la que algunas empresas se aprovechan para no cumplir lo estipulado.

¿Qué pasa con esos agentes que no tienen un ingreso fijo y cobran por comisión?, fue la pregunta que le formulé. “Con los agentes inmobiliarios habría que determinar dos temas: por un lado, están los que son promotores desde su oficina, que venden o transfieren propiedad, pero que no son empleados. ¿Por qué no? Porque no rinden horario, no se reportan a la compañía, no tienen asignaciones exclusivas”.

Y continúa: “Si yo soy un vendedor exclusivo de una constructora y me gano una comisión por cada cliente que reportó, ahí sí yo soy un empleado y tendría derecho a recibir el subsidio del Gobierno. Pero, ¿cuál sería mi salario? Lo primero es que tú determinas el salario que ganas cuando cobras por comisión, sumando el total de los salarios que te has ganado en el último año”.

“Por ejemplo, debes determinar cuánto ganaste de marzo de 2019 a marzo de 2020: ¿te ganaste tres millones de pesos? Divídelo entre los 12 meses del año y el resultado que me da (250.000 pesos), representa el salario promedio mensual. El problema es que el Gobierno no ha dicho cuál es el tope y estoy seguro de que tu tope va a exceder el salario mínimo que establecen para las Mypimes”.

Por último, abusando de la confianza y del vasto conocimiento de mi buen amigo Paulino Duarte, una inquietud muy común por estos días: ¿qué sucede con los empleados que, por la situación, están suspendidos? “​Si esa persona cumple el 100 % del trabajo acordado, debo pagarle su salario normal. No importa que no lo haga desde la oficina, sino desde su casa, aplica igual”.

“Ahora, si esa persona solo va a trabajar a tiempo parcial, si sólo cumple la mitad de la jornada, es posible convenir con esa persona que solo le voy a pagar el 50 % de su salario. Y yo puedo establecer para reportar a la TSS que esa persona me está trabajando media jornada y que yo le estoy pagando el 50 % del salario que estoy devengando, y así me evito problemas”, explica.

Pasan las semanas y esta crisis provocada por el coronavirus es cada vez más preocupante, sus consecuencias para las empresas y los empleados son más complicadas. Sin embargo, espero que estos valiosos consejos que nos brindó Paulino te sirvan para no caer en la trampa. Estoy seguro de que ya estás suficientemente complicado con la crisis como para buscarte más problemas.

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‘Vamos a salir de esta crisis, como siempre’, Frank Elías Rainieri

Siempre que llovió, escampó y volvió a salir el sol . En sus más de 40 años de existencia, Punta Cana no solo se ha convertido en el destino más conocido y apetecido de República Dominicana, sino también en una nueva versión del ave Fénix, capaz de reinventarse, de reconstruirse una y otra vez. Y ahora, golpeada por los efectos de la crisis provocada por el coronavirus, no será la excepción.

Con convicción (los aprendizajes de eventos anteriores y como vicepresidente del Grupo Punta Cana), pero también con mucho corazón (su padre Frank Rainieri fue uno de los creadores de este popular destino), Frank Elías Rainieri habla sobre este difícil presente y de cómo afrontar el impacto del coronavirus. Esta es la cuarta gran amenaza que enfrenta la ciudad y, dados, saldrá adelante.

“En 1998, el huracán George destruyó por completo la zona turística, ya que el ojo del huracán pasó a solo 20 millas al sur de la costa” , recuerda . Fue, exactamente, en la mañana del martes 22 de septiembre, cuando la temible amenaza natural impactó la isla con vientos de hasta 200 kilómetros por hora y olas de más de 12 pies de altura (3,65 metros). Fue algo devastador.

Irrumpió con fuerza por la costa oriental, en la que se encuentra Punta Cana, y cogió por sorpresa a la población. De manera increíble, las autoridades no sabían en qué momento llegaría el huracán y tampoco, con qué fuerza lo podría. La desinformación y la falta de precauciones fueron sus grandes aliados para destruir gran aparte del país y dejar la muerte y la desolación allí por donde avanzó.

Cuando aún no terminaba de reponerse de ese golpe, sufrió el atentado a las Torres Gemelas, en Nueva York, que afectó en gran medida al turismo, fuente principal de ingresos de Punta Cana. Los estadounidenses son los principales visitantes extranjeros y por un tiempo el flujo de turistas cayeron. Y luego, en 2008, fue el turno de la burbuja económica que derrumbó la economía.

“De todas, sin excepción, Punta Cana se convirtió y volvió a florecer ya crecer. Y en esta ocasión entendemos que será lo mismo. El turismo, la fuente de trabajo y el desarrollo de la zona, es algo que cada día las personas quieren hacer más. Posiblemente, tendremos que tomar medidas de precaución para no contraer el virus, pero sabemos que la gente va a querer viajar y va a querer seguir disfrutando de la vida ” , asegura.

Para Rainieri, sin embargo, la clave no está en el pasado, sino en el presente y en el futuro. “En momentos como estos es cuando uno se sienta a analizar: ¿qué es la vida? ¿Cómo es? ¿Y qué tan rápido uno la lleva olvidando muchas cosas? Debemos recordar que en estos momentos es que uno aprecia más la familia. Pero, también uno aprecia las oportunidades que vienen ” , dice.

Recuerda que la gran crisis económica de 2008 redundó en una “revolución de nuevos negocios. Y este es un momento en que uno en su casa piensa cómo reinventarse, qué tengo que trabajar para reinventar nuestras industrias. O qué industrias nuevas van a salir. Ese espíritu emprendedor que uno tiene dentro hay que sacarlo y llevarlo hacia el más allá, hacia lo que viene ” , asegura.

Por ejemplo, la oportunidad que muchos ven en las actuales circunstancias y que encierra una pregunta que produce inquietud: ¿es el momento de comprar en Punta Cana? “Creo que hay dos tipos de compras: el que adquiere para uso propio y el que hace por inversión. Pienso que estas últimas oportunidades todavía no llegaron, aunque soy un creyente de la industria inmobiliaria ” 

Para Rainieri, más que una cuestión de oportunidad, se trata de una vieja premisa que no pierde vigencia en el mundo inmobiliario: «¡Ubicación, ubicación, ubicación!» (¡Ubicación, ubicación, ubicación!). «Hay que saber dónde comprar, cómo comprar y cuándo comprar» , explica. Y dice que hay que esperar un par de meses para saber cómo es el impacto de la crisis en la industria.

“Lo que sucede es que nosotros somos una empresa inmobiliaria diferente. Somos conservadores y nunca hemos creído en un gran volumen de inventario. Y hemos protegido mucho nuestro mercado ” , afirma. ¿Cómo lo hacen? «Controlando la intervención de especuladores que suelen tener en algunos proyectos y enfocándonos en los compradores finales, reales y fuertes que van a usar su propiedad por un largo plazo» .

Por ejemplo, dice, en el segmento de los resorts , un propietario opera su vivienda durante un período que oscila entre 8 y 12 años. “Ese es el rango de tiempo que un propietario extranjero te compra una propiedad la disfruta antes de ponerla en venta. En el caso de las villas, es mucho más largo porque son casas de uso primario. La gente compra para largo plazo para hacer su vida ” .

Y reveló lo que es la estrategia que emplean: “nosotros controlamos mucho el inventario y cuando enfrentamos crisis como esta, el Grupo Punta Cana saca por completo su inventario de mercado y solo nos quedamos con las reventas de terceros. De esa forma, si teníamos 15 propiedades, nos quedamos con solo 3 propiedades, 2 propiedades, y así es posible que el valor se mantenga ” .

La idea es evitar que, cuando soplan vientos de crisis, aparezcan aquellos que aman de especular con los precios y que, como afectados en 2008, solo hacen daño. «La prioridad es mantener los valores y, así mismo, seguir dándoles valor a los que han comprado propiedades en nuestro proyecto durante los últimos 20 años» . La razón de ser de la industria es el cliente.

Según Rainieri, una vez terminada la cuarentena y el cierre de fronteras, cuando se reactiva el turismo y la actividad de las amenazas, la primera tarea consiste en desarrollar una estrategia de marketing de reposicionamiento. Es volver a salir a la calle y decir ‘Estamos aquí, los recibimos con los brazos abiertos’. Es una mano de obra en la que afectamos que sumarnos todos, porque nos afecta a todos ” .

Y esbozó en qué consiste la estrategia que preparan mientras esperan que se levanten las restricciones. “Ahora mismo tenemos que mandar un mensaje de recuperación. De que sí podemos, de decirle a la ciudadanía qué se ha hecho. Muchas veces necesitamos unos golpes porque tantos éxitos juntos nos hacen olvidar lo que hemos vivido en República Dominicana ” .

Y, de acuerdo con este visionario empresario, “República Dominicana ha sido un país exitoso. Hemos crecido muchísimo como Nación, como sociedad. Pero, a veces hay que recordar y mirar hacia atrás, ver dónde comenzamos, cómo comenzamos cuando comenzamos. Y este es un momento de mensajes inspiradores, mensajes que promuevan acciones efectivas ” , explica.

La segunda etapa consiste en ir al extranjero y “recordar a la gente que Punta Cana está aquí, que estamos aquí y que nos fortalece de esta situación. La tercera fase, que es la etapa real de mercadeo, es llevar un mensaje al mundo. «Que somos un país de baja densidad (uno), un destino seguro (dos), cercano a Estados Unidos (tres) y que la gente puede disfrutarlo (cuatro)» .

Es un mensaje que se debe transmitir mostrando lo que somos, cómo son nuestras playas, que no son como las de Copacabana con cien mil personas. “Eso no es lo que la gente quiere ahora. La gente quiere una playa donde haya más espacio, donde haya más separación entre personas y donde se disfrute libremente. Ese es el mensaje que tenemos que llevar a todos lados ” , afirma.

Siempre que llovió, escampó y volvió a salir el sol  . Y si de algo disfrutamos los dominicanos es de un sol esplendoroso que, junto con nuestras hermosas playas y el recurso más valioso que poseemos, nuestra gente, nos convertimos no solo en un destino único, sino también en el preferido de cientos de millas de turistas cada año  Por ellos, una vez más nos levantaremos.

El Consejo de Emil

Es hora de reinventar el sector inmobiliario

Para quienes somos parte del sector inmobiliario, el Grupo Punta Cana es una referencia, uno de los más importantes, una luz que guía nuestro camino. Y somos exactamente, así mismo, de que en una situación como la actual, con la economía golpeada, actividades paralizadas y la incertidumbre en su máximo nivel, no podemos salir adelante si no actuamos juntos, si no nos apoyamos a otros.

¿Qué debemos hacer, entonces? «Yo creo que ahora es reinventarnos, el sector completo» , asegura Rainieri. “Hay que organizarnos para generar el despegue económico. Mientras este no se dé, la gente actuará de forma conservadora, pero sí va a tener oportunidades, y pienso que los agentes inmobiliarios tienen que estar viendo todas esas oportunidades que están moviendo ” .

Una de las tareas fundamentales, dados, es que tienen sus bases de datos al día para activarlas, porque sí necesitamos las ventas. Todo el mundo necesita venta. La construcción en República Dominicana es una industria gigante e importante para darle dinámica a la economía. «Sin la construcción, mueve una gran cantidad de colaboradores y empleados, el país no va a ser un producto productivo» , agrega. 

Y las ventas son el combustible que mueve ese motor económico, según Rainieri. “Entonces, necesitamos a la gente de la industria inmobiliaria dispuesta, lista, sabiendo sus inventarios. Qué mueve, qué está buscando el cliente, qué oportunidades hay. «Y qué tienen posibilidades de que va a tener muchas oportunidades, pero también que que posiblemente no hayan tenido» , explica. 

No se trata, asegura, de subir el precio de manera caprichosa, o de bajarlo porque sí. «Hay que saber cómo enfocarlo, cómo trabajar y especialmente, saber el cliente qué está buscando» . Una tarea que no será fácil, por el miedo que reina en la gente, por la desconfianza del mercado por la incertidumbre, porque al cliente le enviamos mensajes negativos desde otros sectores y medios.

“De lo que se trata es de empujar, ofrecerle al comprador la opción de adquirir una propiedad, pero que entienda que esto es una lluvia, lo que estamos viviendo no es por siempre. «Que sepa que todo va a pasar y que hay oportunidades que no se pueden dejar pasar» . Que el cliente se dé cuenta de qué puede hacer hoy para su mañana sea mejor para él y para su familia.

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