¿Sabes cuál es uno de los mayores miedos que enfrenta el ser humano? ¿Uno al que más le teme? El miedo a lo desconocido. Es una sensación rara, porque lo desconocido nos llama la atención, despierta nuestra curiosidad, pero también nos atemoriza. ¿Qué pasa si me equivoco? ¿Qué pasa si pierdo mi tiempo y mi dinero? ¿Será esto para mí?, son algunas de las preguntas que nos hacemos.
Cuando uno es el organizador de un evento como la Convención de Emprendedores Inmobiliarios, es una gran alegría ver el auditorio lleno y encontrar caras conocidas. Colegas de toda la vida, de aquellos que te conocieron en tus primeros pasos; compañeros de trabajo de otras empresas a las que estuviste vinculado antes y, también, colegas con lo que compites codo a codo en el mercado.
Qué bueno que todos ellos estén allí, con la mente abierta al aprendizaje, con la disposición para cambiar su vida, con la ilusión de adquirir el conocimiento necesario para ser mejores en su trabajo, profesionales reconocidos, admirados y respetados. Qué bueno que todos ellos estén allí, porque son parte vital de la industria: de hecho, son ellos los que han construido la industria.
Sin embargo, la mayor satisfacción, la más grande de las alegrías, es ver que también hay personas que tú no conoces, que no son colegas. Son esas personas que ven una posibilidad de desarrollo personal y profesional en la industria inmobiliaria, que creen que hay una oportunidad para generar ingresos adicionales, que sienten que pueden ayudar a otros con su talento.
“Mi nombre es Yismarly Bonilla, soy abogada y me dedico principalmente a asesoramiento en temas inmobiliarios, desde alquiler hasta ventas, desde casas hasta apartamentos y todo lo demás”, se presenta. Ella participó de la Convención de Emprendedores Inmobiliarios por primera vez y no se arrepintió: “me cambió totalmente la visión que tenía del sector inmobiliario”, dice.
A veces, porque a mí también me pasó y porque en los eventos que he organizado lo he visto con frecuencia, una persona paga la inscripción, llega al lugar y, de pronto, se distrae. O lo que encuentra no lo satisface y se decepciona y pierde la motivación. Nos volvemos muy exigentes y pretendemos que las cosas salgan perfectas y, especialmente, ajustadas a nuestra medida.
No es una tendencia, sino una ley del mercado: el éxito en las próximas décadas del siglo XXI está reservado para los que entienden la necesidad de la capacitación de calidad continua, aprovechan los beneficios del networking y, sobre todo, son parte de las comunidades destinadas a cambiar el mundo y a transformar vidas.
El Consejo de Emil
En cambio, aquellos que llegan sin contaminación, con la mente abierta y dispuestos a recibir de buena gana lo que se les ofrece, le sacan el máximo valor a cada dólar que pagaron. Ese es el caso, precisamente, de esta joven. “La CDEI es algo fenomenal. Para las personas nuevas en la industria, como yo, es un camino que te brinda muchas pautas para seguir, un libreto que ayuda mucho”.
Ella, como todos, llegó con muchas ideas en la cabeza, pero no sabía cómo armar el rompecabezas. Ahora, en cambio, gracias al conocimiento de calidad que recibió y, sobre todo, a las relaciones que estableció. “El valor de un evento como este es que tú compartes con otras personas, puedes ver y escuchar otras experiencias, saber qué les ha funcionado y cómo implementarlo en tu vida y tu negocio”.
No puedo estar más de acuerdo con ella: el gran beneficio de asistir a un evento presencial como la CDEI es el networking. Saber que eres parte de algo importante, saber que estás en contacto con otras personas que están en tu misma situación, saber que desvirtualizaste a los expertos que solo habías visto por internet, saber que puedes integrar una comunidad es un ROI invaluable.
“Lo que más me gustó es que los conferencistas no solo hablaron de ventas, sino que nos dieron una visión integral de la industria y esto te ayuda mucho a mejorar”, afirma. Fue una experiencia tan enriquecedora para ella, que ya se programó para la edición de 2019, que se realizará los días 3,4 y 5 de octubre. “Pienso venir y seguro que lo voy a hacer ya convertida en emprendedora”, asegura.
Ella ya dio el primer paso, uno muy importante, que fue salir de su zona de confort, dejar atrás el miedo a lo desconocido y brindarse la oportunidad de adquirir conocimiento de calidad y entablar relaciones que le ayuden a transformar su vida y su negocio. Sin embargo, ese es apenas el comienzo de algo que requiere más capacitación, más apoyo, más herramientas, más trabajo.
Para lograr esos objetivos, nada mejor que ser parte de una comunidad de privilegios y beneficios como el Club de Emprendedores Inmobiliarios, al que puedes ingresar por un pago equivalente a 0,81 dólares diarios. Si tú estás en la misma situación que Yismarly Bonilla, no te niegues la chance de estar a un clic de los mejores socios académicos del mercado y de disfrutar el poder del e-learning.